El Papa Francisco tuvo este viernes un encuentro con miles de jóvenes asiáticos en el Santuario de Solmoe –lugar donde se recuerda al primer sacerdote mártir de Corea- y desde el cual les brindó tres propuestas para ser testigos auténticos y gozosos del Evangelio. “Piensen en ellas y traten de que sean su regla de vida”, les invitó.
En su discurso, el Santo Padre aseguró a los jóvenes que Cristo cuenta con ellos para llevar su mensaje de esperanza a un mundo donde se quiere prescindir de Dios y donde, como consecuencia, la gente vive una “callada desesperación”.
“Queridos jóvenes, en este tiempo el Señor cuenta con ustedes. Él entró en su corazón el día de su bautismo; les dio su Espíritu en el día de su confirmación; y les fortalece constantemente mediante su presencia en la Eucaristía, de modo que puedan ser sus testigos en el mundo. ¿Están dispuestos a decirle ‘sí’? ¿Están listos?”
La primera propuesta, afirmó, es «confiar en la fuerza que Cristo les da. Nunca pierdan la esperanza en la verdad de su palabra y en el valor de su gracia. Ustedes han sido bautizados en su paso de la muerte a la vida, y confirmados en la fuerza del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones. Nunca duden de este poder espiritual”.
“Segunda, permanezcan cerca del Señor con la oración cotidiana. Adoren a Dios. No se olviden de adorar al Señor. Que su Espíritu inflame su corazón y los ayude a conocer y cumplir la voluntad del Padre. Reciban alegría y fuerza de la Eucaristía. Que su corazón sea puro y bien orientado mediante la recepción regular del sacramento de la penitencia. Quisiera que ustedes tomasen parte activa y generosa en la vida de sus parroquias”.
“Además –continuó-, no descuiden el Evangelio del amor, de la caridad, tratando de participar lo más posible en iniciativas de caridad”.
Francisco aconsejó a los jóvenes guiarse “por la sabiduría de la palabra de Cristo y el poder de su verdad” en medio de tantas luces contrarias al Evangelio. “Él les enseñará a valorar bien todas las cosas, y a conocer día a día su proyecto de vida para cada uno de ustedes. Si los llama a servirlo en el sacerdocio o la vida religiosa, les dará la gracia de no tener miedo a decir ‘sí’. Él les mostrará el camino hacia la auténtica felici
dad y a la verdadera plenitud”, aseguró.
Finalmente, los invitó a “agradecer al Señor por el don de haber transcurrido juntos este tiempo, y pidámosle la fuerza para ser testigos fieles y alegres de su amor en todos los rincones de Asia y en el mundo entero”.
“Que María, nuestra Madre, los cuide y mantenga siempre cerca de Jesús, su Hijo. Y que los acompañe también desde el cielo san Juan Pablo II, iniciador de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Con gran afecto, les imparto a todos ustedes mi bendición”, culminó.