Eucaristía

Jesús es el mejor amigo que jamás podrás conocer

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IMG_1414¿Por qué es bueno tener un plan de vida? Un plan de vida es una serie de prácticas de piedad que hacemos todos los días. Y a veces podemos pensar pero… ¿para qué? ¿Es obligatorio? No todos los días me apetecerá ir a Misa, o rezar el Rosario, o hacer el examen de conciencia por la noche: me quita mucho tiempo tanta obligación. ¡Pues no! Ahí está el problema: “esto nos pasa porque vemos el trato con Dios como una serie de obligaciones externas, no como un deseo de tratar a Dios personalmente”.
Lo primero que debemos hacer es quitarnos ese miedo a ese Dios que en verdad no existe. “Yo te recomiendo que te hagas ateo de ese dios cruel, de ese dios que te está mirando con el dedo levantado, de ese dios que es indiferente a lo que te pasa y a lo que le cuentas, de ese dios lejano, de ese dios concepto. Esa imagen de Dios hay que dinamitarla, hay que hacerse ateo de ese dios cuanto antes, por la sencilla razón de que no existe”. Si leemos bien el Evangelio, parándonos en cada pasaje y contemplando los sentimientos que tenía Jesús, nos daremos cuenta de que Dios es bueno (es misericordioso, llora por sus amigos, se alegra por ellos, respeta su libertad…). “Ese es el Dios que te pregunta si quieres conocerle; si quieres dejarle que te ayude, que te quiera, que te sane de tus enfermedades, y que alivie tus preocupaciones”.
Pues bien, ese es el problema: muchas veces nos cuesta tratar a Dios porque “tenemos una imagen de Dios como un personaje antipático, ausente e indiferente a tus problemas”. ¡Que no! Que a Dios le importas y te quiere con locura. Y entonces, cuando conocemos realmente cómo es Dios, ese tratarle, ese plan de vida empieza a tener sentido.
rendirte-pies-jesucristoY pueden surgir las siguientes preguntas: “¿No es mejor hacer las cosas solo si ese día siento que tengo que rezar o ir a Misa? ¿Para qué ponerme unas normas fijas si no sé si podré cumplirlas? ¿No es fácil que caiga en el “cumpli-miento” y esté más preocupado en poner la x al cumplir las normas que en cumplirlas bien?” Al igual que cuando alguien tiene un novio/a y quiere que ese amor crezca, le trata todos los días para que ese amor no se enfríe; con Dios ocurre lo mismo. Por eso, este plan de vida es una manera de conseguir que el trato con Dios no se apague. Hablar con Dios cuando me apetezca, cuando lo necesite, sólo cuando tenga tiempo… hará que el trato se enfríe y además será signo de pereza y egoísmo.
“Por eso, el único secreto de un plan de vida bien vivido es hacerlo por amor… no como una obligación externa”. Debemos tratar a Dios de una manera personal, sin pensar que se trata de una serie de devociones, y de esta manera seremos felices.
Y la gran pregunta es: ¿qué prácticas de piedad hago? Las que tu veas después de hablarlo con Dios y después de las ayudas que hayas recibido de tu director espiritual. Piensa y habla con Jesús si cada mañana después de levantarte puedes hacer el ofrecimiento de obras; si puedes ir a Misa todos los días o los días que te propongas; si puedes rezar el Ángelus al mediodía; si puedes hacer la Visita al Santísimo y rezar el Rosario; y por último, si puedes hacer el examen de conciencia y las Tres Avemarías de la noche. Una vez que lo tengas, pídele ayuda al Señor para que a la hora de cumplirlas no venga la pereza.
Y si luchas por cumplir esto sin escusas de exámenes, de falta de tiempo, de que es verano, de que no me apetece… si lo cumples siempre “sabrás que tu amor a Dios es cierto porque va acompañado de las obras”. Y de esta manera verás como el amor a Dios va creciendo y necesitarás la oración, la Misa, el trato con Él. “Verás como Dios no defrauda nunca. Es el mejor amigo que jamás podrás conocer”.

Elena Cepeda @cepe95 Estudiante de Óptica y Optometría en la UCM

Reflexión en tornos al libro “A Dios le importas” de Antonio Pérez Villahoz

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¡Haz de tu vida una Eucaristía!

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¿Cuántos sacrificios he hecho?, ¿cuántos actos piadosos? Son preguntas típicas que a veces nos hacemos para ver cómo está nuestra relación con Dios. Pues bien, no se trata de aplicar las matemáticas. No se trata de contar. “Nuestro error está en que caemos en la trampa de aplicar nuestros criterios matemáticos a nuestra relación con Dios. Fabricamos criterios que nos permitan medir nuestros avances y evaluar nuestra situación”.
Caemos en una autosuficiencia religiosa de manera que medimos nuestra propia santidad. Además, esta autocomplacencia nos conduce a pensar que podemos juzgar a los demás: “vamos de jueces de lo divino y de lo humano”.
Dijo Jesús a los fariseos (los cuales actuaban de esta manera): “No es esa la senda de Dios, no es esa mi senda. Vuestro error está en que no habéis entendido que quiero misericordia y no sacrificios”. Debemos hacer el esfuerzo de acercarnos a Dios por amor. No se trata de un: yo hago actos piadosos y sacrificios a cambio de que tú me lleves al Cielo. “El Señor quiere llevarnos al terreno del amor”.
Nuestra vida debe estar alimentada de amor y misericordia. Amar a Dios y por ello confiar en Él queriendo que se cumpla su Voluntad, y no la mía. Es más, “la voluntad de Dios es siempre misericordia”. Y amar al prójimo siendo buenos y misericordiosos. “Lo que el Padre quiere es caridad. Que mi vida sea una obediencia amorosa de servicio y de perdón a mis hermanos”.
 Jesús nos dio ejemplo de esto con su vida. La eucaristía “es el cumplimiento de la voluntad  del Padre realizado por Jesús y –al mismo tiempo- la mayor realización de misericordia con los hombres” ya que pasa por la muerte para darnos vida a nosotros. Por lo tanto, “la vida del cristiano es vida eucarística: esto significa, no solo adorar la eucaristía, sino hacer de la vida una eucaristía” ya que mi día debe ser una obediencia a Dios y un constante acto de amor y misericordia. Esa es la senda de Dios. ¡Vive como Cristo vive en la eucaristía!
Por lo tanto, lo importante no son los sacrificios, sino la misericordia y el amor. Hacer esos sacrificios, pero desde el amor. No debemos olvidar que ante estas acciones, Dios no actúa utilizando una balanza midiendo las apariencias de cuánto se ha hecho. Él mide según nuestro interior y según el amor que hayamos puesto.  Es un error despreciar lo bueno que hacemos. “No nos impidamos crecer menospreciando lo bueno, aunque nos parezca poca cosa comparado con lo que otros hacen o yo mismo debería de hacer”. Es una equivocación medirnos por cantidades de obras y oraciones; al igual que lo es medir así a los demás.
 Eucaristia“Por supuesto que es bueno dar cada vez más, demostrar la fe y la caridad con obras abundantes, y llenar la vida con buenas acciones. Pero sin olvidar la grandeza de una sola y aislada “pequeña” obra buena”. Claro que Dios se merece más, pero poco a poco: agradeciendo lo bueno que hay en nosotros sin conformarnos con ello, para no estancarnos; sino luchando cada día por ser mejores y crecer en el amor,  y diciéndole a Jesús: ¡Ayúdame a quererte cada día un poco más! Pídele a la Virgen querer a su Hijo tanto como Ella lo hace.
Y no olvides, que a Dios, nuestro Padre, le encantan los detalles. Como decía Santa Teresa “lo que hay que hacer es ganar a Jesús por el corazón. Él es mucho mejor de lo que pensamos y se conforma con una mirada, un suspiro de amor”

Elena Cepeda @cepe95 Portavoz de fearless! Estudiante de 2º de Óptica en la UCM

Reflexiones en torno a “Dios en On” de José Pedro Manglano @manglano_org