Mes: julio 2015

Muerto en vida

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Uno, dos y tres volver a empezar

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Suena fuerte. Vivirlo (qué paradoja), más. Y lo más preocupante es que hay gente muerta en vida, que es algo que ocurre, es real, que quizás alguna persona de nuestro entorno se encuentre en ese estado, o incluso nosotros mismos sin ir más lejos.

Hay un brillo diferente en los ojos por no decir que no existe; el tono de la voz cambia tornándose grave o desganado; las inquietudes, ilusiones y planes disminuyen o desaparecen; la crítica o amargura ante todo y todos sale a luz, y por último, aun sabiendo que se está en un estado denigrante, no hay voluntad para salir de él. ¿Qué puede haberle pasado a una persona para estar muerta en vida? ¿Qué o quiénes han influído? Y… ¿por qué?

Muere en vida quien deja apagarse la admiración por cuanto le rodea y conoce. Muere en vida quien se pone en el…

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Bajo la apariencia de los rayos de sol

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«Ser feliz en verano es saber desconectar de tu trabajo ordinario y complementar esas vacaciones con saber estar en familia, disfrutar y pasar momentos con los amigos, ser solidarios, hacer voluntariado con los que lo necesitan, y que el tiempo que dices que no tienes un anciano, un niño enfermo esta esperando a que le saques una sonrisa» Fantástico

Importantes compañías han exigido a Planned Parenthood que retire sus nombres de su lista de donantes

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Escuela de Rescatadores

diego-digoEn su reporte 2013-2014 Planned Parenthood (LA GRAN MULTINACIONAL DEL ABORTO) consignó que de sus más de 1.300 millones de dólares de ingresos anuales, cerca de 392 millones de dólares provenían de contribuciones y herencias privadas. Otros 528 millones de dólares ingresan a la multinacional del aborto desde el gobierno de Estados Unidos, pagados con impuestos. En los últimos días el Center for Medical Progress (CMP, Centro para el Progreso Médico) difundió dos videos, grabados de forma encubierta por dos actores que fingían ser compradores de órganos, en los que se evidencia que altas funcionarias de la multinacional abortista más grande del mundo, Planned Parenthood, acceden a vender órganos de los bebés abortados en sus instalaciones por sumas entre los 35 y 100 dólares. La denuncia ha motivado que el Congreso de Estados Unidos y ocho gobiernos estatales inicien investigaciones sobre las prácticas de Planned Parenthood. Grandes empresas donan para financiar abortos. En…

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Al padre del niño al que aborté

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fearlessProlife

«Al padre del niño al que aborté:

Siento no haberte incluido en mi decisión. Debí haberlo hecho, y me arrepiento hasta el día de hoy. Me pasaba por la cabeza decírtelo. Todos los días… aún lo hace. Pero en mi camino pensé que (si no te lo decía) te protegería del pánico, del miedo y el pavor que yo sentía. Tienes que ver que estaba asustada.

También tenía miedo de que pudieras hacerme cambiar de opinión. Tenía miedo de que me convencieras de que todo iba a salir bien. Tenía miedo de que me ofrecieras tu apoyo. Tenía miedo de que te pusieras de parte del niño. Tenía miedo.

Me convencí a mí misma de que no tenía que confiar en ti, de que no tenías voz en esto. Estaba convencida de que no habría funcionado, de que ninguno de los dos estábamos hechos para ser padres.

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10 frases del Papa a los jóvenes de Paraguay y del mundo

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1ª Los amigos. La amistad es de los regalos más grandes que una persona, que un joven puede tener y puede ofrecer. Es verdad. Qué difícil es vivir sin amigos. Fíjense si será de las cosas más hermosas que Jesús dice: «yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre
2ª Así es Jesús con nosotros, nunca nos deja tirados. Los amigos se hacen el aguante, se acompañan, se protegen. Así es el Señor con nosotros. Nos hace el aguante.
3ª Por otro lado, nos presenta la jugada de Jesús. No como algo fantástico. Jesús no nos presenta una vida de estrellas, de famosos; por el contrario, nos dice que jugar con Él es una invitación a la humildad, al amor, al servicio a los demás. Jesús no nos miente. Nos toma en serio.
4ª Amigos: el diablo es un «vende humo». Te promete, te promete, pero no te da nada, nunca va a cumplir nada de lo que dice. Es un mal pagador. Te hace desear cosas que no dependen de él; que, las consigas o no, te hace depositar la esperanza en algo que nunca te hará feliz.

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Quien no trata a Dios en su vida cotidiana, no lo encontrará nunca

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ocaso y manos “¿Cuánto cuenta Dios en tu vida? ¿Cómo influye en tu día concreto? ¿Hasta qué  punto Dios es importante en tu existencia? Tienen miga estas preguntas porque de su respuesta podemos concluir cómo es nuestra presencia de Dios”.
Pero… ¿eso qué es? La presencia de Dios es descubrir Su mirada. Pero no una mirada para estar pendiente de todo lo que haces mal; sino una mirada protectora con interés amoroso. “Si descubriéramos la mirada de Dios en todo lo que nos pasa, veríamos a un padrazo al que se le cae la baba por nosotros, que solo quiere alentarnos, darnos ánimos, decirnos de mil modos que nos quiere con locura”.
Saber cómo es nuestra presencia de Dios es tan sencillo como preguntarse si te acuerdas de ofrecer tu trabajo o tu estudio, si Dios influye en esa reacción que tienes cuando te han dado una mala nota o una buena, si te acuerdas de qué Dios está contigo en ese día de bajón o ese día en el que parece que todo te sale mal… O simplemente si de vez en cuando le dices que le quieres o le das gracias por todo lo que te da. Y es que “quien no trata a Dios en su vida cotidiana, quien no lo descubre dentro de su libro de matemáticas, en mitad de un campo de fútbol, entre cervezas con sus amigos, escuchando una canción o tratando de ayudar a quien lo necesita, de verdad que no lo encontrará nunca”.Presencia de Dios
Dios nos habla muchas veces a lo largo del día y tiene muchos detalles de cariño, pero nosotros vamos tan a lo nuestro que ni nos enteramos. San Josemaría decía que el oratorio que más le gustaba era la calle. Y es que “ese encontrar a Dios en lo cotidiano, ese dialogar con Él en medio de nuestra vida concreta, es el modo ordinario que tenemos para enamorarnos de Cristo”. Por eso, tener presencia de Dios no es ninguna tontería: “es lo que hace que la lucha interior sea verdadera y sea auténtica”, que no sea hacer la oración, o rezar el Ángelus, o ir a Misa porque toca o porque te dicen que lo hagas; sino porque tú quieres y le quieres.
Dios sale al encuentro en mil cosas que a veces no nos damos cuenta. Él nos habla de manera discreta: con ese cartel que te ha hecho pensar, esa frase de tu madre, esa conversación con ese amigo, ese pensamiento que se te ha ocurrido mientras ibas en el metro o mientras hacías oración, etc.  Pero a veces vamos tan entretenidos y tan dispersos que no nos damos ni cuenta. ¿Qué podemos hacer para que esto no ocurra? Lo primero es hacer oración: dedicar unos minutillos de nuestro día a hablar con el Señor, en silencio. Lo segundo: la mortificación. Esto nos ayudará a ser más sensibles. Mortificarse con la música, con el móvil… para tener momentos de silencio y poder encontrarle. Claramente, los Sacramentos: en especial la Misa y la Confesión. Y por último buscarse cada uno pequeños trucos: decir jaculatorias cada vez que suena el móvil, al pasar por una Iglesia, cuando oigo blasfemias, cada vez que veo un crucifijo…
Con todo esto, trata de pensar cómo puedes mejorar tu presencia de Dios. Pídele ayuda a Él y luego ponte  pequeños trucos que te ayuden. “Acuérdate siempre de que ese Dios que tanto te ama te suplica con su mirada que hables con Él, que le metas en tu vida concreta, que cuentes con Él siempre… en los momentos malos y también en los buenos. Eso es querer a Dios con obras, eso es poner a Cristo en el centro de tu vida”.

Elena Cepeda @cepe95 Estudiante de Óptica y Optometría en la UCM

Reflexión en torno al libro “A Dios le importas” de Antonio Pérez Villahoz

Dios no tiene memoria: la confesión

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 Confesar (con Jesús)Para empezar hablando de la confesión, empezaremos hablando del pecado. “Pecar es decirle a Dios que no me interesas. Pecar es no caer en la cuenta de que fue el pecado lo que llevó a Cristo a la Cruz, es despreciar que Él cargara con toda nuestra miseria para que pudiéramos ser auténticamente felices y no estar aplastados por nuestros errores”.
Cada vez que pecamos, se nos tiene que venir a la mente a Jesús clavado en la Cruz. Nos alejamos de Dios, le ofendemos; luego al igual que si yo ofendo a alguien, me gusta pedirle perdón… Tendré que pedir perdón a Dios, ¿no? Pues para eso está la confesión. En ella es el mismo Dios, no el sacerdote; sino Dios el que perdona nuestros pecados, nuestras ofensas hacia Él. “Él lo único que pide para perdonarnos es que se lo pidamos. No quiere más, solo que  deseemos su perdón”.
Es verdad que nos pueden echar muchas cosas para atrás: ¿Por qué tengo que contar mis pecados y mis defectos a otro hombre? ¿Por qué tengo que confesarme siempre de lo mismo si voy a seguir cayendo? ¿Qué va a pensar el sacerdote de mí?confesion jesus
Todo el que se ha confesado alguna vez, sabe que nada de esto es escusa si se compara con la alegría con la que se sale después de cada confesión: “Quien ha probado la alegría que se obtiene tras cada confesión, no está dispuesto a picar con argumentos infantiles, por la sencilla razón de que ha comprobado en sus carnes que la confesión es el sacramento de la alegría”.
El sacerdote no va a pensar nada malo de ti. Todos somos pecadores; no hay ninguna excepción. Y el que piense que no lo es, ya está pecando de soberbia. Luego, ¿de qué se va extrañar el sacerdote? Todo lo contrario. Pensará que eres santo: que te arrepientes de haber ofendido a Dios y que quieres ser perdonado y luchar para no volver a caer. San Francisco de Sales lo dijo: “Solo los humildes y los santos se reconocen pecadores y confiesan sus pecados”.
Tenemos la suerte de que Dios puso al sacerdote para que pudiéramos confesarnos y tener la seguridad de que hemos sido perdonados. Además, él nos dará consejos y nos ayudará a luchar por ser mejores y evitar tentaciones. Estamos de acuerdo en que a nadie le gusta contar a otros sus defectos y sus pecados; pero no es contarlos simplemente, sino contarlos porque me he arrepentido y quiero que Dios me perdone: “Quien no es capaz de pedir perdón, acaba saboreando la amargura de los propios remordimientos. Es soberbio pensar que no tenemos defectos, y es más soberbio todavía pensar que no necesitamos ser perdonados”.
LAbrazo Jesúsa confesión no la inventó Dios porque sí. “La confesión es un invento de Dios para que el hombre sepa salir adelante y tener una vida feliz. Dios no tiene memoria. Por eso perdona siempre y del todo. Y si Dios no quiere que pequemos es porque no nos hace felices”.
No debemos olvidar que “las cosas no son malas porque son pecado, son pecado porque son malas, porque nos destrozan y porque destrozan la vida de Dios en nosotros” y por eso me confieso: porque el pecado me hace daño, me quita la paz, le hace daño a Dios.
¿Y cada cuanto me confieso? Cuando tú veas. Los mortales (cuando haya materia grave, pleno consentimiento y total advertencia) rápidamente, pero… ¿y los veniales? Puedes pensar que para qué confesar los veniales, si no son graves  y vamos a caer otra vez. ¡Pues no! Por eso es bueno confesarse de los veniales, porque en la confesión además de perdonarnos, nos llega una gracia que nos ayuda a luchar  más en la próxima vez que nos venga la tentación. “A veces pensarás que estamos condenados a caer una y otra vez. Y no es verdad. La gracia puede más que el pecado”. ¡Pídele ayuda a Dios, dile que no quieres pecar más!
Confesarse es saber que Dios me ha perdonado, que todo lo que he hecho mal ya está olvidado. Es volver a empezar otra vez de cero, las veces que haga falta. La confesión es recuperar la paz, la alegría y la amistad con Dios. ¿No es estupendo? ¡Da gracias a Dios por esta suerte que tenemos y no lo desaproveches!

Elena Cepeda @cepe95 Estudiante de Óptica y Optometría en la UCM

Reflexión en torno al libro “A Dios le importas” de Antonio Pérez Villahoz